jueves, 17 de marzo de 2011

Abdul descubrió América

Las relaciones, o cartas, que Cristóbal Colón escribe dando noticia de la nueva tierra descubierta a la Corona Española, se encuentran muchas veces con la dificultad de referir realidades que no tienen un término castellano ni en ninguna otra lengua europea para ser designadas. Ante tal dificultad, la de dar cuenta - a través de la palabra - de algo que no ha sido visto jamas, Colón emprende una tarea adánica; la de nombrar y de esta manera crear el mundo descubierto.

Este proceso de nombramiento ocurre según una lógica de correspondencias entre la realidad del Nuevo Mundo y aquella europea. Colón, en sus cartas, cuando el idioma se vuelve insuficiente para explicar la aparición de especies totalmente inauditas, encuentra similitudes con especies que existen en España y que pueden dar una remota idea de la forma de tal o cual árbol, de algún animal, de un barco, o, incluso de una práctica humana como fumar tabaco. Encontrar similitudes puede comprenderse como asimilar, apropiarse y dominar la realidad enfrentada mediante un sistema de correlaciones que vuelven a nombrar lo ajeno a partir de esquemas que son propios.

Este es el mismo caso de cuantas cosas que al parecernos imposibles de referir mediante el habla, relacionamos a otras que existen como posible ejemplo en nuestro imaginario. Así es que cuando probamos comer Ancas de Rana o alguna otra carne de un animal que nos es nueva, decimos que tiene gusto a pollo. Lo desconocido se nos presenta inabarcable y en ese momento el silencio se convierte en miedo, y todavía más, la palabra pierde su poder referencial reduciéndose todo al carácter univalente y uniformador que representa el gusto a pollo.

Un caso menos general y mas íntimo que me gustaría mencionar es el caso de él o la Shawarma y, más específicamente, la Shawarma que vende Abdul en la esquina de mi casa. En su migración a otros países como en este caso Paraguay, este alimento típico de la cultura libanesa ha modificado en primer lugar su receta original, que incluye y excluye ingredientes para adaptarse al gusto y a las costumbre de sus nuevos adeptos. Pero bastante mas trágica es la modificación lingüística que ha sufrido, mas trágica digo para quienes comprenden que las traducciones son siempre versiones de una expresión que en principio no tendría un equivalente fiel en cualquiera de los otros idiomas.

Los paraguayos cuando contamos un chiste o una anécdota en guaraní, y alguien que no tiene conocimientos del idioma nos pide que hagamos la traducción al castellano, respondemos convencidos de que el sentido no seria el mismo, que perdería inmediatamente su gracia. Pero no hubo ningún conflicto cuando Shawarma fue permutado por lomito árabe. Tantos como yo desconocieron la existencia del Shawarma durante muchos años de sus vidas, pero al contrario conocieron y frecuentaron el Lomito Árabe. La duda de que sean exactamente lo mismo la tenía yo hasta hace poco días antes de este escrito, cuando fui a cenar al boliche de Abdul y pedí un lomito árabe de pollo, en esa oportunidad le hice la pregunta al joven inmigrante nacido en el Líbano, ante la cual la respuesta fue positiva; es lo mismo.

Pero en seguida Abdul me explica que es diferente en tamaño, por que los precios son mas elevados en Líbano. Y en seguida me cuenta que el Shawarma lleva papas y acá a la gente no le gustan los lomitos árabes con papas, y de nuevo me vuelve a mencionar un par de otras variaciones que hacen que el Shawarma y el Lomito Arabe no sean una misma cosa referida por dos términos distintos, sino una sola cosa que evolucionó en dos diferentes con sus respectivos nombres.

Es claro y es obvio que el cambio de nombre no es el único gran motivo para que el Shawarma original haya derivado de su receta original a la que nosotros conocemos como Lomito Arabe. El espacio y el tiempo, los procesos sincréticos que provocan las migraciones, las costumbres gastronómicas de uno y otro sitio, la facilidad de conseguir tales o cuales productos, los cambios económicos de un lugar a otro, son los factores elementales. Pero, aun así, el hecho que haya perdido su nombre lo hace mas vulnerable de perder su primera identidad y, desde ese punto de vista, susceptible también de seguir mutando sin los límites que en su origen determina la tradición y la usanza que están inscriptos en el vocablo árabe.

Es evidente que el Chop Suey que se come en China no es el mismo Chop Suey que se come en Asunción, ni es la misma pizza la italiana y la porteña, ni son iguales los tacos mexicanos a los de Taco Bell, pero, el Chop Suey sigue siendo Chop Suey, la pizza pizza y los tacos tacos. Es decir que hay un límite prefijado en las maneras de ser designadas estas realidades. Hay un límite también que a veces nos hacen pensar divididamente conservando perspectivas puristas a veces y otras generosas con los accidentes y cambios que van sufriendo las realidades con sus traslados geográficos. Pero siempre la relación con el lugar y el momento que le dieron nacimiento permanecen en el significante cuando este no es permutado por otro o davidosamente traducido.

Entonces uno quiere encontrar el motivo por el cual el Shawarma se ha convertido en lomito árabe. La respuesta de Abdul es simple y sobre todo muy lógica: “Muy pocos entienden lo que es un Shawarma”. Volvamos en este punto al principio de este escrito y pensemos; en caso que Colón hubiera conocido y escrito los nombres indios de todos los árboles, animales y ríos que iba relatando a su majestad el rey de España, hubiera sido del todo inútil, en tanto que nadie en Europa los hubiera comprendido. El ananá de los guarani se dice ser una piña para que los europeos puedan, imaginándose el fruto del pino, tener una vaga idea de su forma. Los cigarrillos son tizas que estos nuevos hombres que tienen colas como monos (en estas fantasías quizás hayan tenido algo que ver las lecturas de Marcopolo) se llevan a la boca.

El caso es que el ananá es un fruto comestible, dulce y lleno de jugos, y, por su parte el fruto del pino o piña es su opuesto incomestible y de madera. Como tampoco es posible o al menos agradable fumar una tiza en lugar de una buena hoja de tabaco del Caribe. Los significantes escogidos por Colon son en todos los casos insuficientes para dar conciencia de los significados que aparecen en el proceso de la conquista, a veces dan una noción de forma, otras de altura o tamaño, pero nunca logran capturar la esencia que permanece indecible atrás de estos pocos accidentes.

Diciéndolo de una manera final y determinante, ningún lomito árabe puede dar cuenta de los Shawarmas que Abdul comía de niño en el Líbano y ningún otro nombre es apropiado para un Shawarma que ese mismo, que además de ser mucho mas bello y justo, contiene los valores culturales y la cosmovisión contenidos en su lengua materna: la libanesa.


No hay comentarios: