Entonces la conciencia aclama el momento de catarsis, el exceso del Yo que está atrapado en un recipiente de isopor con el almuerzo que subió 3 lucas y media en el cazador. Aclama por una botella de Jack Daniels y siempre el mismo video: Iggy Pop cantando Passanger en vivo en el Manchester Apollo de 1977.
Estoy solo, ebrio y 2 manes de seguridad le levantan a la escualida y movediza iguana del rock que está tirada en el piso del Apollo. Se incorpora, baila, le da vueltitas a los guardias, con los ojos que parecen dos canicas a punto de caerse y rodar por el suelo. Suena el riff de The Passenger, su cuerpo se recobra unido al ritmo de la música y busca el microfono. Parece que va a cantar pero se queda callado y hace un gesto muy extraño con los brazos, muy buena metaanfetamina se mezcla con su sangre, purita de los 70, la adrenalina sube y el microfono por fin se pega a su boca: "I am the passanger, and I ride, and I ride". Esa voz, gruesa, masculina de Iggy, la misma que mucho tiempo después cantaría Familiar Places con Francois Hardy mostrando que le pasea al estandar jazz, la misma que sedujo a David Bowie, quien le acompañó durante toda la primera gira de los Stooges en el teclado...
I desde ahí todo va en aumento, bailo con Iggy, solamente creo en él, en ese concierto del Manchester Apollo con sus vaqueros rotos y su torso moviéndose como un mandi'i que volvemos a dejar en el río, él es Dios, mi monoteísmo de jueves por la noche cantando:
And everything was made for you and me
All of it was made for you and me
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