martes, 24 de enero de 2012

In all of those familiar places


Hace poco fui invitado por la Chain (poeta de Chile) a un grupo cerrado del Facebook de adoradores de Francois Hardy. Personalmente nunca fui un seguidor de esta niña, por cierto muy bonita y con una voz sexy que en definitiva tiene el apoyo de ese jodido idioma que te da esa sensación permanente de que te están invitando a revolcarte en lugares no tradicionales. Pero de cualquier manera nunca fui fiel a la Hardy, y sin embargo acepté la invitación y me entretuve viendo retratos de la diva y recolectando anécdotas y versiones raras alzadas por los hardymaniacos.
Este pequeño viaje me hizo acordar de Familiar Places, una canción que desde siempre he escuchado en boca de Billie Hollyday. Letra romántica, simple, que habla de encontrar la figura del/de la amante en todos los lugares familiares de la ciudad (incluso en la luna, I'll be looking at the moon, but i'll be seeing you). La Holliday la canta de una manera excepcional, si bien la canción no tendría por qué ser melancólica ni triste, su voz te lleva a esos lugares, lluvia, medias mojadas, y un amor que se araña con falsetes y disfonías.
A la fórmula de esta pequeña canción, que los años han convertido en un clásico (Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad. - J.L.Borges)., se suma una dupla perfecta. La fatal dulzura de Hardy se encuentra con la sensualidad de la iguana del rock, Iggy Pop, jeans rotos, pelando cuero y abdominales, tomando la posta de la canción con su voz grave, profunda e increíblemente seductora.
Familiar Places se convierte en un koreko gua entre dos íconos del pop sigloveinteañero, ambos hermosos y sexuales, demostrando que un estándar jazz les calza como esos championes viejos que ya no tenemos que desatar para ponernos. Yo diría como último preview que no necesitamos escuchar nada nuevo, toda esa obsesión de bajar, subir, compartir, armar playlists que nunca podremos abarcar, puede ser reemplazada por una sola canción, simple, sin tiempo, donde las cosas son las cosas porque que otra cosa podrían ser.
Ah, esta versión aparece en Jazz a Saint Germain, un compilatorio de clásicos del jazz, tributo al espíritu libre de Paris de los 50.




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